En una entrevista exclusiva con Infomedia24, Roxana Perea, la primera madre que denunció al exconcejal Emilio Maldonado por abuso sexual infantil habló de las irregularidades del proceso judicial, el desamparo institucional y las represalias que sufrió. “Sabía que estaba denunciando a un político. No pensé que la política iba a estar tan metida en la justicia”, expresó. A cinco años de la denuncia, su hija recién comenzó un tratamiento psicológico sostenido: “Si espero de ellos, no hacen nada”.
“Mi relación con Maldonado comenzó en el 2016, que lo conozco en una unidad básica de Pablo Grasso. Ahí nos hicimos muy amigos. Después, más familiar, conocí a su mamá, él conocía a toda mi familia, y entablamos un vínculo, amistad”, relató la mujer que fue la primera en denunciar al exconcejal Emilio Maldonado por abuso sexual contra su hija, que entonces tenía ocho años.
Perea definió al proceso de denuncia como una experiencia atravesada por el maltrato y la revictimización. Uno de los primeros hechos que marcaron el derrotero fue la forma en la que su hija fue entrevistada por un oficial tras hacer la exposición policial: “Un comisario, hombre, joven, hizo declarar a mi hija. Yo no sabía nada de leyes ni de lo que era denunciar, pero después supe que eso estaba prohibido. Para eso está Cámara Gesell. Hizo preguntas muy fuertes que no se le pueden hacer a una niña de ocho años”, expuso.
A pesar de haber denunciado en la comisaría, durante días no tuvo ningún tipo de respuesta institucional: “Era un sábado. Esperé hasta el lunes para ver si, aunque sea Niñez o médicos, veían a mi hija. Niñez no apareció. Se hizo martes y me fui a la comisaría a preguntar si el expediente ya había entrado al juzgado. Me dijeron que todavía no ingresaba. Me parecía raro porque yo estaba denunciando a un político”.
La situación se tornó aún más alarmante cuando otro policía le recomendó que hiciera pública la denuncia. “No pensé que la justicia o la política iban a estar tan metidas también en la justicia”.
Su publicación en redes sociales rápidamente se viralizó: “Fue muy fuerte. Tenía que apagar el celular porque recibía muchas llamadas, no solo de medios de comunicación, también de abogados. Me tuve que tomar tres días porque fue un shock. Todos me decían que tenga cuidado porque me podían hacer algo”.
El miedo se transformó en amenazas concretas: “Me intimidaba hasta la policía. Me tuve que ir tres meses”, recordó.
Solo después de la difusión pública intervino Niñez: “Estoy segura de que encajonaron la denuncia en su momento. Porque ya cuando hay una menor, tiene que intervenir Niñez inmediatamente. Y nunca aparecieron hasta que yo hice todo público. Cuando salió el segundo caso, no tuvieron más remedio que actuar”.
El entorno político tampoco fue ajeno: “Fui atacada por militantes de Grasso, por funcionarios. Yo en ese momento era militante también. Salieron a respaldar públicamente a Maldonado. Me trataron de todo a mí, de mentirosa a mi hija”.
“Atacaban y no veían que había una menor, una familia, que yo tenía una bebé. Entiendo que haya mamás que no tienen fuerzas para denunciar, pero yo sí. Me fui contra todos y sigo peleando para que hagan Justicia por todas esas nenas”, dijo.
La causa avanzó, y con el correr de los meses se sumaron otras denuncias. Finalmente, en 2024, llegó la condena: “Cuando fue la sentencia, yo esperaba menos. Cuando dijeron 16 años, fue bastante impactante. Nos fuimos como descansadas”, dijo dando cierre a un proceso que fue agotador.
Sin embargo, a pesar del fallo, denunció que el sistema no garantizó la atención psicológica adecuada para su hija, como establecía la sentencia: “Pidieron que las niñas estén abordadas psicológicamente hasta los 18 años. Y recién este año mi hija tuvo psicólogo. Mi hija tiene 14”. Hasta entonces, nunca hubo tratamiento sostenido por parte del Estado y denunció que por falta de pago “cambian cada seis meses de psicólogo. Tiene que retomar todo de nuevo, lo cual está mal, porque es volver a retroceder”.
La posibilidad de trabajar
Según relató la denunciante, luego del juicio fue contactada por el intendente Pablo Grasso, quien le ofreció un trabajo. “Él mismo me dijo: ‘Es hora de que vos y tus hijas estén bien’. Entonces acepté, porque yo quería trabajar”, señaló. Sin embargo, con el tiempo, entendió que esa oportunidad laboral no era gratuita: “Pasó un mes y me volvió a citar. Me dijo que tenía que volver a militar para él, para ayudarlo a limpiar su imagen”.
Ante esa propuesta, su respuesta fue contundente: “Le dije que no, que no iba a volver a un lugar donde estaban funcionarios que lo defendieron, donde me atacaron y nunca pidieron disculpas ni a mi familia, a mi hija. Era lo mínimo”. Y la consecuencia fue inminente: “A los seis meses ganó las elecciones y me despidió”.
La posibilidad de prisión domiciliaria reactivó el temor y el dolor
En medio de este proceso que todavía deja secuelas, Roxana se enteró que Emilio Maldonado podría solicitar prisión domiciliaria debido a una supuesta enfermedad terminal. Tras ser anoticiada, se comunicó con su abogado, quien le explicó que, si bien existía esa posibilidad, no había nada confirmado aún. “Me dijo que él tenía una enfermedad terminal. Él puede pedir la domiciliaria o puede pedir el traslado al hospital, pero tiene que estar agonizando” , dijo.
Frente a esa situación, tanto ella como su representante legal resolvieron que se opondrán categóricamente a cualquier beneficio: “Que se muera ahí adentro”, sentenció.
La noticia también impactó en su hija, víctima directa del abuso y eso la desestabilizó emocionalmente: “Tuvimos que abordarla con la psicóloga, tratar de calmarla, explicarle cómo era. Le tuvimos que contar qué es lo que tiene él. Eso la puso muy mal, porque ella se siente culpable de haber denunciado”.
Respecto al camino legal, informó que ya se presentó un escrito para solicitar información sobre el estado de Maldonado. “Nos vamos a oponer, pero como me dijo mi abogado, él tiene que estar agonizando para que la justicia lo considere. Y si la justicia accede, yo saldré a pelear de nuevo. Yo no creo que esté enfermo. Tengo ese miedo, que la justicia acceda, que salga y que pase algo”.
La conversación se vuelve aún más íntima cuando expresó lo que siente al ver que su hija carga con una responsabilidad que no le corresponde: “Trato de que ella me vea fuerte siempre. Trato de explicarle todo el tiempo que ella no es culpable. Que hizo bien, que salvó muchas nenas”, contó tras las emociones que genera en la adolescente.
Roxana Perea finalizó con una reflexión que atravesó todo el testimonio: “Gracias a ella, a que pudo hablar se salvaron muchas nenas. Yo era su voz y peleé por ella”, dijo y mencionó a Carolina, otra mamá que transitó una lucha igual por el mismo delito. “Salimos a pelear por nuestras hijas y ahí salieron las demás”, cerró, recordando que fueron seis las denuncias contra Maldonado.