“Desde hace ya varios años venimos desarrollando los censos en sitios de invernada de una especie que es patagónica, el chorlito ceniciento, o chorlo de Magallanes como se lo conoce en Chile”, contó Germán Montero, director ejecutivo de la Asociación Ambiente Sur, en diálogo con Infomedia24.
El pasado fin de semana se llevó a cabo el cuarto censo binacional de esta especie única, enmarcado en el proyecto Pluvianellus, el cual debe su nombre al nombre científico del ave: Pluvianellus socialis. El relevamiento se realizó de forma simultánea en el sur de Santa Cruz, Tierra del Fuego argentina y chilena, y la región de Magallanes.

“Muchos equipos estuvieron trabajando en condiciones bastante complicadas: tuvimos lluvia en la mayoría de los lugares y varias encajadas para acceder a los sitios. Pero ha sido un buen censo”, valoró Montero.
La particularidad de esta especie reside no solo en su rareza—“dentro de las aves playeras lo llaman el chorlo más raro del mundo”—sino en su estado crítico de conservación. Aunque se llegó a pensar que la población rondaba entre 1.500 y 7.000 individuos, los censos sistemáticos de los últimos años arrojaron un dato alarmante: no se han registrado más de 400 ejemplares.
“Es una señal de alarma. Queremos entender si siempre fue una especie con números bajos o si hay una declinación poblacional. El cambio climático, por ejemplo, ha provocado la pérdida de hábitats reproductivos como lagunas secas”, explicó.
Otra amenaza clave es el pisoteo en zonas de anidación. En ese sentido, Montero destacó: “Trabajamos para proteger esos nidos. Ya venimos con varios años de resultados exitosos, pero es un esfuerzo colectivo enorme”.
El censo emplea una modalidad participativa y tecnológica, integrando también a la ciudadanía: “Usamos una aplicación llamada eBird, que permite que cualquier persona que vea un chorlito pueda subir su observación y esta se verifique. La ciencia ciudadana es clave en este tipo de monitoreos”, aseguró.
Además, para estudiar los movimientos migratorios, se identifican ejemplares mediante anillado y transmisores: “En Chile se usan anillos de un color y en Argentina de otro. Si alguien los ve, puede ayudar a registrar desplazamientos que son fundamentales para entender la dinámica de la especie”.
Con registros incluso en zonas tan alejadas como el sur de Buenos Aires o Bahía San Antonio, el chorlito ceniciento desafía la lógica de lo conocido: “Es una especie que se está conociendo recién en estos últimos años. No había mucha información antes”, concluyó Montero.